martes, 17 de marzo de 2009

Curiosidad del día

Hoy, 17 de Marzo (Tocaba actualizar, ¿eh?) es el día de San Patricio, del cual lo poco que por estas latitudes y longitudes sabemos, es que es un día en yankilandia donde se celebra alguna historia de los irlandeses, la gente se emborracha con cerveza, y al que no va de verde le cae una ostia (Al menos en Springfield).

Otra cosa más que podemos saber, es que su símbolo típico y tópico es el trébol de 4 hojas.
Pues fíjate tú, que hoy, después de las prácticas de inmuno que tuve a las 9 y media de la mañana, hasta las napias de pipetear, decidimos aprovechar el buen tiempo y tumbarnos al sol en un prao que hay enfrente de mi facultad, cosa que hacen unos cuantos muchos estudiantes más. (En un prado de al lado, para más inri, desde hace un par de semanas o tres se hacen las prácticas de Ecología, que básicamente es inspeccionar las hierbas minuciosamente).


El caso es que estábamos allí, dos amigas de clase y yo, al rico sol, cuando me dio por mirar las hormigas que por allí se paseaban... y en esto que mis ojos se posaron sobre un trébol de cuatro hojas, ni más ni menos. El destino del trébol fue la carpeta de la compañera más cercana. Inmediatamente ellas se pusieron a buscar otro trébol tetrafoliar, el cual no encontraron.

Pero por supuesto yo no iba a ser tan poco caballeroso de dejar a una de las damas irse sin pena ni gloria mientras la otra se quedaba el curioso regalo. Por eso mismo, volví a mirar el mismo prado sobre el cual estabamos tumbados, y a los pocos segundos pude restituir su orgullo y honor, regalándole una planta pareja.

Al poco tiempo de este curioso suceso, un amigo pasó por delante de nuestras afortunadas narices y se puso a hablar con nosotros, informándonos de lo que se disponía hacer en la mañana. Yo, por supuesto, le conté lo ocurrido, y le dije que si se hubiera quedado (Va a prácticas con nosotros, pero decidió que estaba mejor haciendo largos en la piscina que tomando el sol), él hubiera tenido otro trébol de las mismas condiciones.

Tras una breve conversación, se fue a donar sangre, y nos volvió a dejar sólos en nuestro prado. ¡Cuál sería su sorpresa al ir a la cafetería de Medicina para hacernos compañía, cuando recibió de mí otro regalo igual al de las señoritas antes mentadas!


Y es que debo tener sangre irlandesa, porque encontrar en la misma porción de hierba, vista cada día por decenas de personas, e inspeccionada minuciosamente por unos cuantos ecólogos en ciernes, en unas breves búsquedas que no pasaron del minuto, tres tréboles de cuatro hojas el día de San Patricio.



(El tono pedante está hecho a posta, merluzos)