viernes, 8 de agosto de 2008

Otro relato

Sigue sin apetecerme escribir nada decente, y aprovechando que acabo de ganar el super mega concurso de relatos de guttburgo, segunda edicion, pues pongo aqui la historieta (Si he ganado, no será tan mala)



Venganza

Por fin; ya te he encontrado. Siento tu olor almizclero impregnándolo todo; oigo tu respiración fuerte y húmeda; escucho el sonido de tus pasos, sordo y constante, resonando por los pasillos… nos estamos acercando.
Llevo toda la vida esperando este instante, he recorrido medio mundo buscándote y aquí estas, a escasos metros de mí. Tú sabes a por lo que he venido, y te asusta, te asusta no ser capaz de enfrentarte a mi acero… tuviste años para prepararte, sabías que este día llegaría, y, sin embargo, no has hecho nada; típico de ti.

Avanzo por la gruta de piedra, fría y tenebrosa, rompiendo la oscuridad con la llama de mi antorcha y el reflejo azul de mi espada. Otro recodo hacia la izquierda; adelante ahora, otra vez más a la izquierda. El aire se vuelve más denso, más cálido, y tu respiración se acelera; ¿qué harás ahora?

Luz al final del túnel, es tu refugio, sin salida… para ninguno. Mi espada me abre el camino y te ve antes que mis propios ojos… ese golpe casi me arranca el brazo. Lanzo mi antorcha contra tu cuerpo, y la desvías con tu antebrazo. Desgraciadamente para ti, no has desviado mi estocada. Bramas de furia y de dolor, tu mano se llena de sangre, y tu arma cae pesadamente al suelo.

Te abalanzas contra mí con una velocidad casi imposible para tu pesado cuerpo, pero llevo demasiado tiempo esperando esto; te esquivo con facilidad. Me doy la vuelta y tú coges tu viejo hacha del suelo… ¿Cuántas mellas te causó mi padre antes de morir?

Me lanzas un golpe vertical, y lo desvió con mi espada hacia la izquierda de mi cuerpo, ofreciéndome tu costado. Vuelves a gritar, pero el corte apenas te ha rajado la piel. Parece que vas cogiendo ritmo, pero sigues siendo lento. Tu hacha silba al cortar el aire. Intentas acorralarme contra la pared, y me doy cuenta; por ello me lanzo contra tu cuerpo y me intento colocar a tu espalda… Error, me agarras del brazo. Golpeo tu mentón con mi bota y recojo la espada del suelo. Me he confiado, pasaré al ataque.

Corto el cuero de tu piel varias veces, pero sin profundidad, no pensé que fueras tan rápido. Me lanzas una patada (¿o tal vez debería decir una coz?) a centímetros escasos de mi cara; vaya, pensé que atacaba yo. Intento parar ese golpe de hacha con mi acero, pero la espada sale despedida. Con tu puño libre golpeas mi vientre… eso duele. Levantas tu hacha sobre mi cuerpo postrado, y te esquivo tirándome sobre mi brazo derecho.

Ruedo. Mi espada está lejos y tu hacha cerca, vaya. Pisas mi espalda, pero te la devolveré. Golpeo tu ingle con mi puño, doblando todo tu cuerpo. Me levanto y voy a por mi arma, pero vuelve a aparecer tu hacha. No puedo hacer más que esquivarte… ¡espera! Estoy tocando mi espada con el pie. Lo deslizo debajo, justo donde se unen el puño y el filo, levanto la espada y la cojo con ambas manos, a tiempo para cortar de nuevo tu costado.

Revisión de daños: Me duele el brazo derecho, seguramente tengo el hombro dislocado, así que cambio la espada de mano. Además tengo la espalda machacada. No hay tiempo, ya vuelves.

Mi filo busca tu vientre, pero bajas la cabeza, apuntándome con tus cuernos. Salto a la izquierda, y me impulso hacia ti con la misma pierna, golpeándote con mi cuerpo bajo las costillas. La sangre de tus cortes me mancha, el hedor es horrible. Caes sobre una rodilla, busco tu nuca, pero corneas para protegerte. Vuelvo a estar a tu espalda y lanzo una estocada hacia el pulmón… ¡demonios, tu piel es realmente dura! Me estoy quedando sin fuerzas.

Cara a cara una vez más; será la última, me digo. Me lanzo al suelo boca arriba y mi espada encuentra tu su objetivo, atravesando tu vientre hasta la empuñadura. Lanzas pisotones desesperados, y uno me parte la rodilla. El dolor me hace bajar la cabeza brúscamente contra el suelo... diría que pusiste ahi esa piedra a posta, porque acaba de atravesarme la base del cráneo. Voy a morir cubierto por tus vísceras.

Me pido a mi mismo mantener la calma, pero va llegando sola; sólo veo rojo y negro. Quizás alguien me recuerde por esto... al fin y al cabo, no podría desear mejor muerte.